Hay dias que mi alma y mi ser amanecen con añoranzas marineras, con aromas de sal..., sabores a espuma...y sonidos de blancas caracolas.
Es entonces cuando añoro la suave y fresca brisa de los atardeceres de colores carmesi y perezosas tardes, que dan paso a noches de luna plateada bañandose en sus aguas.
Es en esos dias cuando siento el no haber nacido junto al mar y tener que navegar a la deriva, en esta tierra de interior que me vio crecer.
Alli..., junto a su orilla..., es donde me siento libre y le cuento secretos que a nadie lo haria...
Alli..., las olas vienen..., las olas van...,
Mi silencio de puertas cerradas,
se encrespa de rumores como el mar...
El mar..., mi amor..., mi mar...,
Mi corazon es una playa triste...,
tu eres la unica ola que me viene a calmar...
Un poco triste al final, arriba esos corazones, que no se diga, no tenemos mar pero tenemos esperanzas, ilusiones, muchas cosas bellas, fuera añoranzas, hola alegría.
ResponderEliminarBesete,
Mi niña ¿nos escapamos al Mar? yo también tengo mono de su olor, su color, su animo. Y de paso te doy un repaso para que levantes el animo. Sabes donde estoy, y para ti estoy cuando me necesites.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Hola cielo lindo escrito que algo de tristeza pero quedo precioso
ResponderEliminarun beso
Que profundo, bello nostalgico... cuanto sentimientos, me encanta el va y ven de las olas,...Un fuerte abrazo amiga
ResponderEliminarMuy profundo y muy bonito a la vez. Un abrazo.
ResponderEliminarLa belleza de una playa al atardecer es inigualable, el rumor de las olas llegando a la orilla, rompiendo, inundando, y marchándose nuevamente...
ResponderEliminarNo debe ser triste ese recuerdo, debería reconfortar, llenarnos por dentro de esa vida intermitente pero continua.
Abrazos
Es difícil no sentir nostalgia de los atardeceres y las emociones que nos produce el salado frescor de momentos compartidos,o solitarios,a la orilla del Mar.
ResponderEliminarYo echo de menos también,ir a relajar mi alma mirando al horizonte marino.
Un beso!!
Pues mira Marian yo me crié juntito juntito al mar, me dormía oyendo el ruido de las olas y en muchas ocaciones el ruido de las piedras arrastradas por las olas. Cuando no huelo el olor del mar amiga, me falta el aire y siento que me muero poco a poco. Aunque ahora ya no vivo tan cerquita de él, lo puedo ver desde mi ventana (aunque a lo lejos). Tengo que reconocer que aunque le tengo respeto al mar y soy miedosa, me encanta admirarlo sobre todo cuando está embravecido. Un beso grande amiga y gracias por compatir escritos con tanto valor sentimental.
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